viernes, 15 de enero de 2010

Hugo Chávez, el gracioso

Carlos Salas ha publicado en El Nacional digital de Caracas un relato periodístico donde glosa las 'bromas' de Chávez, pero en el sentido que esa palabra tiene en el argot venezolano, de joder a las personas.


Hugo Chávez, el todopoderoso presidente de Venezuela mirando hacia la izquierda se ríe de sus 'bromas'


Hugo Chávez se ha situado como el gran jodedor de su pueblo. Los deja sin luz, sin agua y sin dinero. Como gobernante no es que sea un malísimo sujeto, sino una calamidad, un tsunami socialista, dice Salas. Lo de este preclaro del socialismo del siglo XXI es una broma pesada.
      Los cortes de electricidad en todo el país por cuatro horas al día, no sólo perjudican por igual a ricos y pobres, sino que arrincona las posibilidades de expresión. La edición digital de El Nacional no logró recoger los comentarios de sus lectores, porque no podían conectarse sin el hilo eléctrico. Pero no sólo eso, los semáforos apagados convierten en un caos circulatorio a la ya desmadrada forma de moverse por Caracas, donde hay más coches que gente. El país de la energía petrolera sin luz y con los grifos sin gota de agua. Además, para rematar el 'gracioso' Chávez devalua el bolívar en un 100%. Un comienzo de año para no olvidar.
      Lo datos son escalofriantes. El PIB ha retrocedido un 2,9 el pasado año. La inflación oficial es del 25%, seguramente unos 20 dígitos más. Venezuela sólo produce petróleo, casi todo tiene que importarlo. El hampa común campa a sus anchas de día y de noche. Los vecinos honrandos viven en un toque de queda no decretado tan pronto cae la noche hacias las siete de la tarde. Esta situación de violencia urbana produce 10.000 asesinatos al año. Una guerra no declarada más sangrienta que las que se libran en Irak o Afganistán.
      Los precios de los productos de primera necesidad se van a disparar, aún más, ya que casi todo lo que se consume en Venezuela es importado. Con una moneda que ahora vale menos todavía, la inflación está asegurada. La planificación de la economía socialista de Chávez ha sido una calamidad. Ha empobrecido aún más a los más necesitados y ha encumbrado a una nueva clase funcionarial y política, que son los nuevos ricos de la era Chávez. En los últimos cuatro años su mano generosa de megalómano sin parangón ha regalado a los países del entorno más de 64 mil millones de dólares, 20 mil de ellos a Cuba, sin haber previsto el mantenimiento y la construcción de nuevas centrales eléctricas, embalses y un economía menos dependiente del petróleo.       El pobre Chávez está enredado en su propio laberinto. Seguramente, sin hilo de Ariadna que le guíe, se quedará allí para siempre. Olvidarlo va a ser una pesadilla aún por venir.