sábado, 3 de octubre de 2009

TRISTEZA NAO TEM FIN, FELICIDADE SI

Esta vez, como dice el estribillo de la famosa samba carioca, la tristeza se desbordó por las calles del centro de Madrid, desde la plaza de los reyes Godos hasta Cibeles. La felicidad, efectivamente, duró el tiempo de la transmisión en directo desde Copenhagen. En fin, lo hecho aquí queda. Y en Río estalló el carnaval en pleno octubre. Copacabana, esa larga playa, se convirtió en sambódromo de arena y caipiriña. Salud a los hermanos brasileños.
      El deporte es el único territorio donde los españoles apartan sus diferencias y enarbolan el símbolo de la patria: la bandera roja y gualda con su escudo monárquico al viento del 'todos a una'. En casi todo lo demás estamos divididos. Si el PSOE dice 'A', el PP contesta 'B', por no hablar de los nacionalistas fundamentalistas de variado pelaje.
      Pero en los salones daneses, mientras se esperaba el veredicto final, todo era armonía, hasta parecíamos una familia bien avenida. Abrazos, caricias, besos. Gobierno y oposición en un limbo deportivo de fair play inusitado. Poco duró, lamentablemente, porque de haber ganado, tal vez ese compromiso hacia 2016 hubiera ayudado en algo a suavizar el áspero territorio de esta piel de toro llamada aún España.

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